La
señora empatía
Un
dia la señora Egoista caminaba muy orgullosa por el mundo de los sentimientos,
contenta y animada ya que nunca dudaba de sus acciones ni de su manera de ser. Ser sentía muy orgullosa
siendo como era, ya que siempre conseguía alcanzar todos sus propósitos aunque
esto supusiera ocasionar más trabajo a la señora tristeza , que se dirigía muy
apresuradamente hacia los lugares por
donde la señora egoísta pasaba.
Uno
de los días en que la señora Egoísta estaba celebrando otros de sus triunfos
sobre los demás apareció de repente la señora empatía.
-Buenos
días señora egoísta- dijo la Empatía mirándola detenidamente.
-Muchas
lágrimas de tristeza se han derramado hoy por el mundo de los sentimientos. ¿Tienes
tu algo que ver con ello?- pregunto la empatía en tono sorprendido.
-Quizás
he lastimado algún que otro corazoncito para conseguir lograr mis fines - dijo
sonriendo internamente
-Son
gajes del oficio- contestó presuntuosa.
-Y
te sientes contenta realizando tus actos sin importante el daño que puedas causar
con ello- siguió preguntando la empatía.
-Pues
verás, yo he nacido para triunfar. Me gusta sentirme poderosa, conseguir todos
mis propósitos y vencer a cualquiera que intente demostrar que es mejor que yo
simplemente por derramar bondad a su alrededor- continuó diciendo.
-La
bondad no tiene cabida en el mundo de los triunfos- continuó diciendo la señora
egoísta.
-Para
vencer hay que competir, sin competencia no hay ilusión ni avance. Es necesario
enfrentarse con lo que sea para salir airosa y ser ganadora. Los vencidos son
los que lloran, los ganadores sonreímos.- continuó diciendo la señora
orgullosa.
-Me
gustaría que me acompañaras a hacer un viaje en el interior del mundo de los
sentimientos para que conocieras algunos de los seres que tu manera de actuar a
dañado- dijo la empatía acercándose cada vez a ella.
-¿
un viaje?- dijo asombrada la señora egoísta. No necesito saber nada de eso, no
me interesa- continuó diciendo.
-Igualmente
me acompañarás- dijo la señora empatía que con un ligero manto de terciopelo
envolvió a la señora egoísta y la trasladó en un momento en dirección al
interior del mundo de los sentimientos.
La
señora egoísta no tuvo tiempo de reaccionar cuando de repente se encontró en el
interior del mundo de los sentimientos.
-¿Pero
qué es lo que ha ocurrido?- dijo asustada la señora egoísta. ¿ Dónde estoy?-
continuó diciendo.
-Estás
en tu interior – dijo la empatía observando a la señora egoísta que todavía
permanecía perpleja.
-Haremos
el viaje que cada día de tu vida has realizado y realizas, pero esta vez
recibirás en ti misma las consecuencias de tus propias acciones- dijo la señora
empatía cubriéndola nuevamente con su manto.
-Ahora
percibirás en ti misma el dolor que causan tus actos, ya que , gracias a mi
manto, te has transformado en mi misma, ahora has dejado de ser la señora
egoísta para convertirte en la señora empatía- dijo la empatía en tono de
seriedad.
-Cada
acto que tu ser externo realice, lo recibirás en tu interior y lo percibirás
como si el daño te lo estuvieras haciendo a ti misma , ya que percibirás lo que
la otra persona siente cuando realizas tus actos egoístas para conseguir tus
fines. – continuó diciendo la señora empatía.
-De
esta manera te darás cuenta de que el sufrimiento ajeno no puede darte la
felicidad ni puede hacerte sentir orgullosa- continuó diciendo la señora
empatía.
-Mientras
dure el viaje observarás y percibirás todo lo que tu ser externo está
realizando y descubrirás que sentimiento se manifiesta en tu interior cuando
provocas las lágrimas de otros seres.No
podrás salir de tu interior hasta que hallas aprendido la lección y descubras
que es realmente lo que da la felicidad y el orgullo interior- continuó
diciendo la empatía.
Y
dicho esto se marchó del interior de la señora egoísta dejándola sumida en sus
pensamientos envuelta por una multitud de ruidos ensordecedores que provenían
de su propio interior.
La
señora egoísta siguió con su vida en el
exterior del mundo de los sentimientos y cada dia continuaba con sus
enfrentamientos y con sus pretensiones de poder. Cada día realizaba algún acto
de maldad que provocaba más y más tristeza en el mundo de los sentimientos que
su imagen interna convertida en empatía los recibía como duros golpes que eran difíciles de amortiguar.
Cada
acto de egoísmo , su imagen interna de empatía lo recibía como si el acto se lo
estuviera realizando a si misma, cosa que hizo que la señora egoísta se diera
cuenta que algo en su interior había cambiado, ya que , en vez de sentirse orgullosa y feliz por el
triunfo conseguido, comenzaba a percibir un extraño sentimiento que nunca antes
había experimentado, una sensación de tristeza y de vacio comenzaba a
apoderarse de su interior.
Pero
la señora egoísta no dudaba en continuar con sus propósitos y sus conquistas
pese a que la satisfacción al realizarlos había disminuido. No podía entender
porque los triunfos no la enorgullecían como antes, pensaba que quizás sería
una emoción pasajera y que cedería en
cuanto lograra mayores triunfos.
Pero
poco a poco, la señora egoísta comenzó a dudar de sus actos y de la finalidad
de los mismos, comenzó a interesarse por el daño ajeno y a sentir que ligeras
lágrimas que provenían de su interior comenzaban a resurgir al entender por fin
, el sentimiento desconocido que hasta aquel momento había sido para ella la tristeza por el dolor ajeno.
Los
golpes que la señora egoísta había recibido como consecuencia de sus actos se comenzaban a
transformar en pena y dolor al entender que un bien propio no puede implicar un
daño ajeno y que no puede dar como resultado el sentirse orgullosa de ella
misma, ya que el triunfo no compartido , no es merecido y que una victoria no
tiene valor si causa daño a su propio interior.
Poco
a poco la señora empatía del interior de la señora egoísta comenzó a transformarse
en otra emoción, mucho más hermosa y desconocida para ella, que le otorgaba la
capacidad de poder demostrar su valía sin necesidad de provocar ningún daño
más, ya que la emoción de felicidad y de orgullo provenía de la facultad de
sentir amor por los demás y del reconocimiento de uno mismo de su propia
capacidad de dar.
Mientras
la señora egoísta transformada en empatía en su interior comenzaba a darse
cuenta de que algo extraño pasaba , ya que ahora los golpes recibidos eran
transformados en un bonito sentimiento de comprensión, aceptación y de respeto.
Su propia manera de actuar estaba cambiando, un nuevo sentimiento había logrado
transformar la imagen que la victoria representaba para ella, ya no era
necesario ser egoísta para conseguir resaltar y sus fines lograr, ya que ese
nuevo sentimiento le permitía alcanzar una nueva manera de triunfar, mediante
el reconocimiento de ella misma de su capacidad de ayudar a los demás que era
el único sentimiento que verdaderamente podía otorgarle felicidad.
Pasados
algunos días, la señora empatía volvió de nuevo a aparecer por el interior de
la señora egoísta. Muy sigilosamente le retiró la capa de terciopelo que había
lanzado sobre ella y volvió de nuevo a aparecer la señora egoísta que ahora
presentaba un nuevo aspecto mejorado y cambiado.
-Hola
señora egoísta- dijo la señora empatía acercándose a ella. Veo que su interior
se ha transformado ¿ cual es la lección que ha aprendido? – continuó diciendo.
-Pues
he conocido la emoción del dolor y de la tristeza por el daño ajeno gracias a
tu manto de empatía- dijo cabizbaja la señora egoísta.
-He
recibido todos los golpes que daba en forma de dolor y de lágrimas, he conocido
lo que se siente cuando te hacen daño y he conocido que las victorias no se
demuestran compitiendo sino compartiendo- continuó diciendo la señora egoísta.
-Creo
que me he transformado en un nuevo sentimiento, un sentimiento que es mucho más
valioso y que te permite sentirte orgullosa de ti misma a través de la
comprensión y del respeto ajeno, sin
necesidad de causar daño - continuó diciendo la señora egoísta.
-Ya
no seré nunca más la señora egoísta porque mi interior ha cambiado y con el mi
manera de actuar: Ahora sé lo que verdaderamente me hace sentir felicidad , no
es la derrota ajena la que logra tu orgullo elevar sino que lo que
verdaderamente logra conseguir ser un ser digno de alabar, es el saber
compartir tu triunfo con los demás.
-Veo
que has aprendido muy bien la lección- dijo la señora empatía que envolviéndola
nuevamente con su manto la dirigió hacia su propio exterior.
Una
vez que la señora egoísta salió de nuevo al exterior se dio cuenta de todas las
recompensas que había recibido por cada acto de bondad que había realizado que
eran imposibles de poderse comparar jamás con las victorias conseguidas
mediante ningún acto de maldad.
Y
así fue como la señora empatía logró transformar el oscuro interior de la señora
egoísta que a partir de aquel momento la
empezaron a llamar como la señora humildad.
Mónica Zambrano